Cesó...


CESÓ

Cesó el dolor.
Alguien apagó su constante taladrar la vida.
Se fue,
instantáneamente,
de repente,
como cuando se enciende la luz y se evaporan los fantasmas.

Y de pronto tus ojos brillaron con la solemnidad del mar.
Y de pronto estalló la voz del otoño en las fuentes.
De pronto, oías tu respirar.
tenías mano, latido, beso,
fluía tu piel hacia otras pieles...
Podías sentir la risa infantil del día golpeando los cristales:
era el sabor de la gloria
acercándose...

De pronto, la vida comenzó a andar
y andar y andar...
taconeando con eufórica fuerza,
y oías la maquinaria de su reloj a todo volumen:
Llegaba decidida a empaparte de instantes.

Tu sangre volvía a cubrir las autopistas del mundo,
tus ramas se llenaban de pájaros,
tus alas desplegaban todo su terciopelo de claridades...
Sabías a viento resucitado,
y nada podía detenerte.